miércoles, 9 de enero de 2019

Sueño


Fui a un paseo de dos días a una de parcela, era un lugar rural con calles que no estaban pavimentadas ni parecían querer estarlo.
Cuando estaba ahí me di cuenta que me quería ir pero no podía, es como si algo dentro de mí me lo impidiera, como si yo quisiera irme pero yo me lo impidiera. Tal vez miedo de irme solo.
Había ido con varias personas, no recuerdo cuantas, de todas estas solo conocía a una, una mujer llamada Catalina. La conocí en la universidad, era la amiga de un amigo que conocí también en la universidad y quien acostumbraba a retrasarse con los ramos, en uno de esos tantos ramos que tuvo que tomar por segunda o tercera vez la conoció a ella. Nunca hablamos mucho y solo una vez le dirigí la palabra directamente. Estábamos en una plaza cerca de la facultad fumando marihuana con unos compañeros. Justo me había quedado a su lado, supuse que quiso hablarme ya que todo el resto se hablaba entre sí, generando un ruido inentendible y muy caótico. Me pregunto cuántos años llevaba estudiando, yo le conteste que este era mi quinto y espero último año, al terminar de hablar olvide ser cortes y no le hice la pregunta de vuelta, me puse a mirar unos juegos que habían en la plaza donde dos hermanos gemelos jugaban mientras la mamá los miraba, cuando me percate de mi poca empatía volteé la cabeza rápidamente, la mire y le dije un poco apurado «¿Y tú cuanto tiempo llevas?». Ella sorprendida y con una pequeña sonrisa respondió que estaba recién en su segundo año. Luego seguimos hablando de algunos profesores y cosas varias. Cuando comenzó a oscurecer se fue junto con dos de sus amigas, después de unos minutos me comencé a aburrir y también me fui.
El paseo era organizado por la directiva de la facultad y todavía no sé porque se me ocurrió que sería buena idea ir, desde un principio sabía que ninguno de mis amigos iría.
El primer día no hice mucho, llegamos para el almuerzo y después de comer recorrí el lugar, ya para el atardecer me senté a leer en una banca que estaba al costado de una cancha de pasto, pasaron las horas y empezó a hacer frío por lo fui a la casa. Al llegar vi que estaban bebiendo y fumando cigarros alrededor de una mesa en la cual había un montón de trago, un tipo me dijo que los acompañara, al ver que no había ninguna silla disponible me apoye en una baranda que quedaba a un lado de la mesa y donde vi a otras personas también. El lugar no estaba a oscuras y salvo una lámpara que apuntaba a la mesa, no había nada más que pudiera iluminar y como el cielo estaba nublado la luna no se veía por lo que la mayoría de rostros no los podía ver. Luego de un rato ciento una mano que toca mi hombro y una voz con un tímido «hola Andrés» lo acompaña, apenas podía ver un rostro con una sonrisa que me preguntaba cómo estaba, respondí y pregunte de vuelta sin saber bien quién era, escucho su respuesta y recién ahí pude reconocerla, era Catalina que se encontraba a una persona de distancia. Me acerque a ella e intercambiamos un par de palabras, rápido me di cuenta que no era necesario que me acercara tanto ya que no nos dijimos casi nada, termine la cerveza que me estaba tomando un poco apurado y me fui a acostar sin despedirme de nadie.
Antes de llegar a la habitación donde debía dormir tome mi celular y marque el número de mi casa para hablar con mi madre. Al principio no contesto nadie y al tercer intento sin éxito preferí enviarle un mensaje de texto a su celular diciéndole que ya me iba a acostar y que estaba bien. 
Me fui a dormir a una de las habitaciones más pequeñas que habían y que tenía tres camas a ras de suelo, al apagar la luz y tirarme en la cama me di cuenta que estaba completamente oscuro. Paso un rato mientras miraba el techo y pensaba en qué hacer con mi vida cuando entro Catalina a la habitación y se acuesta a mi lado, comenzamos a hablar un rato. Conversamos del lugar en el que estábamos, ella decía que le gustaba, que era bastante lindo y que le gustaría vivir en un lugar así, yo le dije que ya no aguantaba más, que estaba aburrido y no lo soportaba, no por el lugar si no por la compañía que no era la más agradable para mí. Ella es de piel blanca con el pelo oscuro que le llega hasta los hombros y un poco más baja que yo. También tiene unos cuantos tatuajes, uno en el antebrazo izquierdo y otros varios en los muslos, tiene flores de distintos tipos y unas cuantas abejas que parecieran recorrer su cuerpo para llegar a las flores.
Recuerdo que nombro una fecha (lejana), también menciono un lugar (que queda en el extremo sur de chile) y por ultimo menciono un acontecimiento. No recuerdo de que era lo que decía, tampoco como comenzó a contarme eso, pero si recuerdo que a la mitad de la historia se calló, volteo su cabeza para poder ver mi rostro, su pálida cara apenas se distinguía en la oscuridad de la habitación, parecía estar un poco triste y con muchas ganas de encontrar mis ojos.  Pasaron unos segundos de silencio y volvió a mirar el techo y siguió contando la historia como si nunca hubiera hecho esa pausa. Me había concentrado más en ver como movía los labios que en lo que quería contar, tal vez es por eso que no recuerdo nada de lo que dijo.
Luego de un pequeño suspiro y un silencio, puso una de sus piernas sobre las mías y eso me gusto, siempre me ha gustado sentir las piernas de una mujer entre las mías. Comencé a tocar su pierna con mi mano derecha, acerque mi cara a la suya para besarla, después de besar su boca bese el resto de su cuerpo, cuando llegué a los pechos me fui primero la izquierdo, donde me di cuenta que tenía un piercing en el pezón que me complico un poco ya que me pincho la boca, nunca había besado a una mujer con piercing pero por suerte ella solo tenía uno, ya que el pecho derecho estaba intacto y es ahí donde puse mis esfuerzos. Me gustaron especialmente sus manos, que eran suaves y frías tal como me gustan. Ahora llega el momento de tener sexo, no tenía condones y ella pareciera ser una mujer que no lo hace sin condón, pero eso era mejor para mí ya que no tenía ganas, por mí me quedaría besándola toda la vida, o por lo menos toda una vida ya que la mía no la iba a desperdiciar en besar a una mujer inesperada.
Al otro día desperté gracias al sol que entraba por la ventana y llegaba directo a mi rostro, busque con mis manos el cuerpo de catalina pero no lo encontraba, por lo que me puse los lentes y al mirar me di cuenta que ya no estaba. Las otras camas estaban ocupadas por una chica que dormía excesivamente abrigada y dos sujetos que dormían juntos y con ropa. Me volví a recostar en la cama y me quede mirando el techo que esta vez estaba bien iluminado. Me di cuenta que me sentía medio raro al percatarme que ella no estaba, tenía una sensación de extrañarla un poco, una sensación de querer besarla y estar acostado con ella otra vez para sentir su piel y escucharla hablar, que me diga qué cosas le gustan, que me diga qué cosas le dan placer, qué cosas la hacen sentir bien, qué cosas le molestan y qué cosas le dan miedo, y con una gran sensación de que eso no volverá a suceder.

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